(Perú, 16 de marzo de 1892 - Francia, 15 de abril de 1938)
César Abraham Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, un pueblo andino del Perú. Sus padres fueron Francisco de Paula Vallejo Benítez y María de los Santos Mendoza Gurrionero. César fue el menor de once hermanos. Su apariencia mestiza se debe que sus abuelas fueron indias y sus abuelos sacerdotes gallegos. Era “hombre muy moreno, con nariz de boxeador y gomina en el pelo”, según González Ruano.
Sus padres querían dedicarlo al sacerdocio, lo que él en su primera infancia aceptó de muy buena gana; de ahí que existan tantas referencias bíblicas y litúrgicas en sus primeros poemas. Sus estudios primarios los realiza en el mismo Santiago de Chuco, pero desde abril de 1905 hasta 1908 estudia la secundaria en el colegio San Nicolás de Huamachuco. En 1910 se matricula en la facultad de Letras de la Universidad de Trujillo pero se retira por carencias económicas. Apoya a su padre en sus tareas de gobernador y abogado y participa con los trabajadores de las minas de Quiruvilca, lo que recuerda más adelante en su novela El tungsteno. Luego viaja a Lima con el objeto de estudiar medicina en la facultad de San Fernando (UNMSM), pero interrumpe sus estudios en 1912. Trabaja en la hacienda azucarera Roma, en el valle de Chicama. Al año siguiente retorna a Trujillo a retomar sus estudios universitarios. Trabaja como profesor a fin de costearse sus estudios. Siendo profesor de primaria tuvo como pequeño alumno al novelista Ciro Alegría. En 1915 culmina su carrera de Letras y el 22 de septiembre expone su tesis de bachiller, El romanticismo en la poesía castellana.
En 1916 frecuenta la “bohemia trujillana” (o también, el grupo “El norte”) y se enamora de María Rosa Sandoval. En 1917 conoce a “Mirto” (Zoila Rosa Cuadra), su segunda pareja, pero el romance duró poco y al parecer César intentó suicidarse a causa del desengaño. Como fuera, luego se embarcó en el vapor Ucayali con rumbo a Lima. En la capital encuentra en Clemente Palma a un detractor de su obra (había calificado de mamarracho el poema “El poeta a su amada”). Sin embargo, es este el periodo en que Vallejo conoce a lo más selecto de la intelectualidad limeña. Llegó a entrevistarse con José María Eguren y con Manuel González Prada, a quien los más jóvenes consideraban entonces un maestro y guía.
En 1918 entra a trabajar al colegio Barros. Cuando en septiembre muere el director y fundador del citado colegio, Vallejo consigue la plaza de director del plantel. Luego, en 1919 es profesor en Guadalupe. Ese año ven la luz los poemas de Los heraldos negros, que muestran huellas del modernismo en su estructura. El poeta toca la angustia existencial, la culpa personal y el dolor, como, por ejemplo, en los conocidos versos "Hay golpes en la vida tan fuertes... ¡Yo no sé!" o "Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo". Se vendieron relativamente pocos ejemplares, pero el libro fue bien recibido por la crítica. Su madre murió en 1920 y al volver a Santiago de Chuco es encarcelado injustamente durante 105 días, acusado de haber participado en el incendio y saqueo de una casa. En la cárcel escribe la mayoría de los poemas de Trilce. En 1921 sale en libertad condicionaly se dirige nuevamente a Lima, pues su cuento Más allá de la vida y de la muerte es premiado. En 1922 Antenor Orrego, líder del Grupo Norte, publica los poemas que Vallejo escribió durante su reclusión con el título Trilce, pero es recibido tibiamente por la crítica, que no alcanzaba a comprender la vanguardia. Salvo por el propio Antenor Orrego, quien dijo de Vallejo que "a partir de este sembrador se inicia una nueva época de la libertad, de la autonomía poética, de la vernácula articulación verbal".
Trilce anticipó gran parte del vanguardismo que se desarrollaría en los años 1920 y '30. En este libro Vallejo lleva la lengua española a límites insospechados: inventa palabras, fuerza la sintaxis, emplea la escritura automática y otras técnicas utilizadas por los movimientos "dadá" y "superrealista", tal como el relato onírico Finnegans Wake de James Joyce.
Es admitido nuevamente en el colegio Guadalupe. Con el dinero que le adeudaba el Ministerio de Educación, se embarca con rumbo a Europa, de donde no regresará. Viaja en el vapor Oroya el 17 de junio de 1923, con una moneda de quinientos soles. Arriba a París el 13 de julio. Sus ingresos siempre fueron insuficientes y provenían del periodismo, si bien también había fungido de traductor. Escribía para Variedades y Mundial.
Inicia su amistad con Juan Larrea y con Vicente Huidobro; traba contacto con importantes intelectuales como Pablo Neruda y Tristán Tzara.
En 1926 conoce a su primera compañera francesa, Henriette Maisse, con quien convivirá hasta octubre de 1928. Con el poeta español Juan Larrea funda una revista, pero sigue escribiendo para Variedades y Amauta, la revista de José Carlos Mariátegui. Profundiza sus estudios sobre el marxismo. En 1927 conoce a Georgette Phillipart. Ese año viaja a Rusia. Hacia 1929 sigue colaborando con Variedades, Mundial y el diario El Comercio, como corresponsal oficial. En 1930 el gobierno español le concede una modesta beca para escritores. Retorna a París y después parte a Rusia para participar en el Congreso Internacional de Escritores Solidarios con el Régimen Soviético. Nuevamente regresa a París y se casa con Georgette Phillipart en 1934. Se adhiere al Partido Comunista del Perú fundado por Mariátegui. En 1937 Vallejo y Neruda fundan en España el “grupo hispanoamericano de ayuda a España”. En 1938 es profesor de Lengua y Literatura, pero en marzo sufre de agotamiento físico. El 24 es internado por una enfermedad desconocida, que entra en crisis el 7 y el 8 de abril. Fallece el 15 de abril del '38, un viernes santo con llovizna en París, pero no un jueves, como escribió en un poema famoso. Se le realiza un embalsamiento. Su elogio fúnebre estuvo a cargo de Louis Aragon. El 19 de abril sus restos son trasladados a la Mansión de la Cultura y más tarde al cementerio de Moutrouge. El 3 de abril de 1970 los restos del poeta son trasladados al cementerio de Montparnasse. Se ha acusado a Georgette Phillipart de adueñarse del cadáver, pues los restos de César Vallejo no han sido devueltos al Perú.
Poemas humanos, publicado por la esposa del poeta después de la muerte de Vallejo, es una obra de poesía política y social profundamente humanista, más que izquierdista. Casi todos los poemas de este libro son póstumos, aunque unos pocos fueron publicados por Vallejo en revistas. El poeta nunca indicó un título con el cual agruparlos, pero al revisar entre sus escritos se encontró que tenía planificado un libro de "poemas humanos", razón por la que sus editores eligieron titular así sus trabajos en verso y en prosa.
No menos importante es su breve libro España, aparta de mí este cáliz, obra póstuma de César Vallejo, que sin duda compendia los versos más intensos y hondos que escritor alguno llevó a cabo sobre la Guerra Civil Española 1936-1939.
LOS HERALDOS NEGROS
Hay golpes en la vida, tan fuertes ... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
ESPERGESIA
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.
Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.
Todos saben... Y no saben
que la luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,grave.
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