Elige el mejor calzado para tu hija(o)

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Ricardo Goncebat /EFE
Madrid, España.- "El zapato que va bien a una persona es estrecho para otra", afirmaba el psicólogo y psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, para significar que "no hay receta de la vida que vaya bien para todos". El calzado debe favorecer el adecuado desarrollo físico y motor de los niños, prevenir y mejorar la salud de sus pies y todo el organismo, y satisfacer sus necesidades funcionales, de comodidad y de sus distintas estructuras corporales. Es lo que afirman la mayoría de los expertos pertenecientes a las distintas especialidades médicas implicadas en la salud del pie infantil, desde traumatólogos y pediatras hasta podólogos y expertos en el área de la biomecánica. Cuando el niño da sus primeros pasos suele ponérsele botitas de piel gruesa, con refuerzos en la puntera y el talón y suela dura, con la finalidad de sujetar bien el pie y fomentar la estabilidad durante sus primeros pasos, pero algunos expertos aconsejan un zapato más bien sencillo que no sujete el tobillo, de piel suave, suela flexible y que no impida la movilidad del pie y el tobillo. A menos que exista alguna patología, el zapato no debe condicionar el crecimiento del pie infantil. Es frecuente encontrar niños que llevan zapatos justos, incluso pequeños, que además de incomodarlos y entorpecerlos, propician problemas podológicos como la uña encarnada y deformaciones en las extremidades. Con la mirada al futuro Según el traumatólogo pediátrico Antonio Díaz Martínez, de Madrid, "es importante mimar el pie del niño desde que nace: si lleva un calzado adecuado y camina bien, se evitarán pequeños traumatismos que pueden predisponerle a padecer problemas en la columna vertebral". A la hora de comprar zapatos para el niño hay que tener en cuenta que la medida del pie aumenta cuando soporta el peso del cuerpo, por lo que conviene hacer andar al pequeño al probarle el calzado, para comprobar que es cómodo y de su medida. "Hay pies morfológicamente distintos: unos tienen el dedo gordo más largo que el resto (pie egipcio) y en otros sobresale el segundo dedo (pie griego), por lo que el zapato del niño tiene que ser amplio para que no presione sobre ninguno de estos dedos. Por ello es importante que los padres prueben al niño el zapato con el pie en el suelo, porque es cuando se expande", señala Díaz Martínez. El pie del niño está en continuo crecimiento y, según los expertos en calzado del Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV), en España, hay que prevenir esos cambios dejando un espacio extra en el calzado para que cuando se produzcan no haya presiones excesivas sobre el pie. Consejos útiles -Los padres deben comprobar a menudo el ajuste que existe entre el pie y el calzado infantil, y en caso de que surja cualquier duda es mejor cambiar el zapato. -Debido al rápido crecimiento de los pies, es mejor que cuando se compre cualquier zapato exista cierta holgura en el calzado; es probable que cuanto más pequeño sea el niño, un zapato a la medida puede resultarle pequeño algunos meses después. No hay que dudar en sustituir el calzado infantil si queda justo. -Además, el zapato infantil debe pesar poco y ser poroso, para garantizar una correcta transpiración. Adicionalmente no debe tener tacón, para evitar que el pie se deslice y los dedos se desplacen hacia la punta del zapato, según los expertos. Los expertos recomiendan flexibilidad y comodidad Para el cirujano ortopédico Bernardo Olsen, de Madrid, el zapato de un niño en sus primeros años de vida debe ser flexible y dejar el pie lo más libre posible, con unas condiciones casi de pie descalzo. "No por sujetar más el pie tiene menos problemas". "Independientemente de que se elija zapato o bota, el calzado debe dejar libre el tobillo para que trabaje normalmente y no se atrofien los músculos y ligamentos de esa zona específica; también es bueno que tenga un cierto refuerzo en la parte posterior para que sujete el pie", señala el traumatólogo pediátrico Antonio Díaz Martínez, de Madrid. Adaptable a las formas Según Olsen, el calzado infantil debe ser ancho por delante, para que se adapte a la forma del pie y deje que los dedos se muevan con libertad, y para Díaz Martínez el zapato debe ser recto o con la mínima forma de derecho e izquierdo, porque a veces esta forma angulada puede predisponer a que los pies de los niños de entre 14 y 15 meses se tuerzan un poco. Según los expertos, no hace falta que el calzado infantil tenga una elevación en el interior para desarrollar la bóveda plantar (puente) y evitar los pies planos: hasta los dos años los pies de los niños no tienen forma y parecen planos porque tienen una grasa, que después desaparece. La suela debe ser algo adhesiva para evitar resbalones y posibles caídas y relativamente fina para que permita percibir las irregularidades del suelo o la temperatura, ya que cuando el niño comienza a andar continúa utilizando los dedos de sus pies como órgano táctil.

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