Hablemos de… La cerámica /Parte II

Leticia Cervón A.

Podemos decir que una pieza de cerámica seca y “cruda” (sin quemar en el horno) está compuesta por un conjunto compacto de minerales deshidratados (principalmente silicato de aluminio) que recibe el nombre de ARCILLA. Y si humedecemos esa pieza, el conjunto de minerales adquiere “plasticidad”, es decir, podemos moldearlo o cambiar su forma como queramos. Pero una vez seca nuevamente, la arcilla conservará la forma adquirida, y si le aplicamos CALOR, poco a poco aumentará su dureza.
Es infinita la cantidad de objetos que nos rodean cuyo origen es el BARRO, desde los propios ladrillos rojos hasta el jarrón más fino de porcelana; su consistencia y dureza dependerán de la clase de ARCILLA que utilicemos para modelarlos y de las técnicas que apliquemos en su fabricación y quema.
La cerámica implica toda una disciplina, el camino para llegar hasta su estado final es largo, independientemente de la realización manual de la pieza, pero la satisfacción de ver y tocar la obra terminada, difícilmente la puede describir su autor.
"Es un trabajo que exige una permanente atención –afirma Gustavo Pérez, ceramista mexicano- y también una capacidad para enfrentar la frustración y el fracaso. El largo y complejo proceso que va desde la preparación del barro hasta la pieza que el horno entrega, pasa por tantos momentos críticos, que a veces los resultados parecen un milagro; la suerte es indispensable...".

Por eso el ceramista, además de que necesariamente posee conocimientos profundos de los elementos y sustancias que maneja, es un artista, un creador.

Colocando piezas en un horno eléctrico

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